Friday, August 15, 2008

Cuentos de la China

(English translation soon)

El segundo semestre del año pasado tuve la gran fortuna de conocer a Gao Xinjiang. Él es un escritor chino, de mucho renombre en nuestro tiempo. Nació en 1940 y en el 2000 recibió el nobel de literatura por una novela, creo que aquella titulada La Montaña del Alma. Hasta ahora sólo lo conozco por un libro de cuentos llamado Una Caña de Pescar para el Abuelo. De los cuentos que he leído de esa colección, el del mismo nombre es el mejor a mi juicio. Ya les cuento por qué.

A lo largo de mi vida he conocido distintos estilos de escribir literatura. En cuanto a la prosa, de varios autores he tenido la impresión de que tienden a hacer reportes de los detalles [los siguientes ejemplos son inventados]: "La habitación lucía terriblemente desordenada, como si nadie hubiera vivido allí en mucho tiempo, pero el olor a ropas de anciano delataba ocupación humana desde mucho tiempo atrás...", "las rosas ardieron con rapidez; éstas, aun en aquellos instantes en que perecían miserablemente por obra del fuego, expelían, de hecho con mayor intensidad, su exquisita fragancia; como si la amenaza sólo lograra magnificar la esencia de su belleza.", etc., etc. etc. Cada cual procede de manera diferente: unos generan una atmósfera asfixiante y desesperante, como Kafka; o angustiosa, como Dostoyevski; o de éxtasis estético, como Yasunari Kawabata.

Sin embargo, Una Caña de Pescar para el Abuelo parece una narración de un carácter diferente. Pareciera intentar retratar no sólo las situaciones, las impresiones, las atmósferas emocionales, sino el mismo pensamiento, el ejercicio de recordar, el tener una vida mental. Y qué profundo impactó el que me causó ese estilo, que en otros de sus cuentos no se repite. Quisiera escribir así. "Iré a las afueras, a la orilla del río de las afueras al que el abuelo me llevó a... ¿pescar?, recuerdo que el abuelo me llevó al río, no me acuerdo con claridad si pescamos algo, pero recuerdo que tenía un abuelo y una infancia y que en esos años de infancia me sentía muy mal cuando mi madre me bañaba desnudo en el patio... me viene a la memoria un poema cuyo protagonista lleva el cuerpo cubierto de cuchillos tintineantes, una libélula sin cola revolotea sobre el lugar, los críticos tienen padrastros en los ojos y el mentón ancho, quiero escribir una novela profunda, tan profunda que las moscas perezcan ahogadas en ella, y luego veo la espalda del abuelo sentado en cuclillas sobre un taburete fumando encorvado una pipa, abuelo, lo llamo pero no oye, me llego a su lado y lo llamo de nuevo, abuelo, y esta vez se devuelve, pero no sujeta en su mano ninguna pipa..." [Una Caña de Pescar para el Abuelo. Gao Xingjian. Trad. Laureano Ramírez. Ediciones del Bronce: 2003]

En medio de ese desorden universal, si llegan a leer todo el cuento, notarán un registro mental, un retrato experiencial, en toda su extensión, más que nada. Este cuento es prueba de que la literatura puede hacer magia si uno le sigue la cuerda. Es para leerse dos, tres, todas las veces. Porque la experiencia humana nunca se agota, no admite límites ni frenos. Y Gao pudo mostrármelo. Quisiera, en verdad, escribir así: haciendo emerger el silencioso a la vez bullicioso fluir de la mente sin descanso. Pero bueno, mejor dejo que lean ustedes mismos.

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